Por Osmarl A. Pulido Rodríguez
La tecnología y el derecho desde su creación han estado en constante evolución cada época ha traído consigo un avance trascendental para la humanidad y siempre han coexistido sin que necesariamente intervenga la una con la otra, gracias a que ambas dependen de la condición humana, pues son producto de ideas exclusivamente de las personas. Con la llegada de la inteligencia artificial, estos dos campos se han visto obligados a encontrar maneras de coexistir y trabajar juntos. Sin embargo, aún hay muchas incertidumbres sobre cómo será esta relación en el futuro. En Cartagena, un juez de la república utilizó la inteligencia artificial para proferir una sentencia, señalando que con la utilización de la herramienta podía optimizar el tiempo que le toma a su despacho realizar esa tarea por las dificultades naturales que tenemos los humanos al momento de escribir, armonizado con su conocimiento sin que ello genere algún tipo de problema para la administración de justicia.
Por un lado, la inteligencia artificial puede ser una herramienta poderosa para ayudar a los abogados y jueces a tomar decisiones justas y eficientes. Al utilizar algoritmos avanzados, se pueden analizar grandes cantidades de datos y encontrar patrones que de otra manera podrían pasar desapercibidos. Esto puede ayudar a identificar casos de discriminación y garantizar un trato justo para todas las partes involucradas. Y ello no llevará a la extinción de posiciones de empleo, por el contrario creo que incrementará la eficiencia de todo el sistema judicial y extrajudicial capacitando al talento humano, que en ultimas ayudará a los usuarios finales. Piénsese en esto como el cambio de la maquina de escribir a la computadora, sólo faltó familiarizar a una pequeña población en la implementación de la tecnología porque la creciente generación ya venía con el cambio de chip, hoy hasta el más abnegado de los jueces o abogados utiliza algún dispositivo electrónico para la redacción de sus escritos.
Sin duda, puede ser una herramienta valiosa para proteger los derechos humanos y mejorar la eficacia estatal. Al utilizar algoritmos avanzados, se pueden analizar grandes cantidades de datos y encontrar patrones de discriminación y abuso de poder. Esto puede ayudar a identificar casos en los que los derechos humanos están siendo violados y garantizar una investigación y una acción adecuadas. Por ejemplo, la IA puede utilizarse para monitorear las detenciones y las condiciones de las cárceles, identificar y prevenir la tortura y otros tratos inhumanos, y garantizar un trato justo para todas las partes involucradas en los procesos judiciales.
Además, la IA también puede utilizarse para mejorar la accesibilidad a la justicia y garantizar una representación adecuada para aquellos que de otra manera no podrían obtenerla. Por ejemplo, la IA puede utilizarse para traducir documentos legales y materiales de apoyo en diferentes idiomas, lo que puede ayudar a garantizar que todas las partes tengan acceso a la información y la representación necesarias para defender sus derechos, en las últimas semanas la audiencia de John Poulos, presunto homicida de Valentina Trespalacios, miles de personas siguieron las audiencias preliminares y se evidenció la deficiente traducción lo que pudo culminar quizá en una nulidad, con ayuda de la inteligencia artificial como herramienta la traducción pudo haberse hecho en tiempo real y la traductora validar lo dicho por la misma en ambos idiomas.
Por otro lado, ante los beneficios de los avances tecnológicos tenemos que considerar que la inteligencia artificial también plantea preocupaciones sobre la privacidad y la protección de datos. Con la cantidad de información que se recopila y se utiliza para entrenar estos sistemas, es importante garantizar que se respete la privacidad y los derechos de los individuos. Además, también existe el riesgo de que la tecnología se utilice para tomar decisiones basadas en algoritmos defectuosos o sesgados, lo que podría tener consecuencias negativas para las partes y la igualdad ante la ley, por lo que requeriremos como sociedad construir a su vez un sistema paralelo humano que sea la barrera de contención al entrenamiento de los sistemas artificiales.
En definitiva, la inteligencia artificial puede ser una herramienta valiosa para proteger y promover los derechos humanos, siempre y cuando se utilice de manera ética y responsable. Es importante asegurarse de que los algoritmos utilizados sean justos y equitativos y de que se respete la privacidad y los derechos de los individuos. Si logramos hacer esto, la IA puede ser una herramienta crucial para ayudar a garantizar un futuro más justo y equitativo para todos. Sin dejar de lado el componente humano necesario para que al mejor o peor estilo de la ciencia ficción estemos en dominio de las máquinas, para lo que estoy – casi – seguro aún falta muchísimo, a título de conclusión, en la medida que la tecnología y el derecho continúan evolucionando juntos, es importante considerar cuidadosamente cómo utilizaremos la inteligencia artificial para ayudarnos a tomar decisiones en derecho. Es necesario encontrar un equilibrio entre la eficiencia y la privacidad, y asegurarnos de que los algoritmos utilizados sean locuaces y equitativos. Si logramos hacer esto, la inteligencia artificial puede será un propulsor para el sistema judicial que está en deuda con los usuarios y para garantizar un futuro donde todos tengamos un acceso rápido, optimo, ajustado a la Constitución Política y los códigos de procedimientos de en las diferentes áreas.