Por Julio Macott
Muchos colombianos están matriculados en el paradigma de la mediocridad; su conformismo es tan marcado que no quieren o no les interesa la innovación, la transformación y mucho menos la transcendencia. No en vano, Colombia engrosa el listado de los países subdesarrollados. Para quitarnos este estigma, debemos apostarle sin duda a la innovación, a los modelos económicos, políticos, culturales, sociales… que imperan en los países desarrollados. Últimamente en Colombia algunas instituciones vienen aplicando el enfoque de la inclusión,para muchas personas este término es desconocido o no le dan la importancia que se merece.
El concepto de inclusión significa incluir, aceptar, respetar, dar atención y sobre todo, dar oportunidad a todos los miembros de la sociedad, especialmente aquellos grupos en situaciones de vulnerabilidad, es decir, aquellas personas con déficit de atención como las personas con discapacidad física o psicológica, la gente de la calle, la población sorda, los afrodescendientes, la etnia, y en general aquellas personas con necesidades básicas insatisfechas.
La inclusión proviene desde el año 1893 cuando el profesor Howard Gardner, catedrático de la Universidad de Harvard (USA), crea y difunde la teoría de “Las Inteligencias Múltiples” que en resumidas cuentas, significa dar oportunidad y tener en cuenta la diversidad de caracteres y conocimientos que se activan en una persona y sirven para solucionar problemas sociales y culturales o para crear productos que tienen valor en la sociedad.
La inclusión aplica en muchos contextos como el educativo, el político, el económico, el cultural, el social y muchísimos más; pero en esta ocasión quiero referirme a la inclusión educativa.
La mayoría de las instituciones educativas en Colombia no están aplicando este valor. Muchas de ellas se dan el lujo de excluir del sistema educativo a estudiantes con déficit de atención, en situación de discapacidad, con problemas de aprendizaje, la población sorda y muchos grupos más; haciendo caso omiso a programas bandera del gobierno estatal como lo es la cobertura.
La inclusión es un enfoque diferencial centrado en el valor del respeto y en la diversidad de caracterizaciones y conocimientos individuales que constituyen un potencial para la solución de problemas socioeconómicos y culturales.
El objetivo de este enfoque inclusivo en el contexto educativo es no dejar a ningún estudiante por fuera del sistema para el aprendizaje; no negarles la oportunidad y el derecho a la capacitación, a obtener el bienestar económico, social, emocional y a la autoestima; derechos que todo colombiano por ley debe poseer.
Con el ánimo de no ofender a nadie, debo decir con mucho respeto que la inclusión es casi una utopía, porque la gran parte de la sociedad colombiana no mira bien (literalmente) a las instituciones y comunidades inclusivas. Gran parte de la aristocracia colombiana, igualmente miran con malos ojos y casi con estorbo, a este personal inclusivo; siendo que la inclusión es un valor, un derecho, una oportunidad, es equidad y justicia social para todo colombiano.
Por esto, todos debemos apuntarle a este modelo social, solo así, Colombia estaría tomando la ruta del desarrollo social, económico, político, cultural, es decir, la verdadera vía del desarrollo.