Sr. Alcalde, Sres. Concejales
Al mundo le ha costado asimilar lo que estamos viviendo. Darnos cuenta que somos tan susceptibles a un virus que ni siquiera vemos, pero lo sentimos tan cerca por que nos produce pánico. Ese pánico que es propio de la incertidumbre, que se fortalece con la intensa necesidad de sobrevivir y no saber cómo.
Esa abrumadora sensación de encierro, que hoy solo nos permite disfrutar de las partes de la casa que conforman nuestros hogares, y toca solo imaginar al mundo por el cual caminábamos de forma superior, desde la incomodidad de un sofá que ya adoptó nuestra posición lumbar.
Y si el virus ha impactado al mundo, a mi me ha costado asimilar lo que Cartagena está viviendo. No me creo superior al sentimiento de Cartagenidad que cada quien tenga, por que de algo si estoy seguro, a todos nos duele esta ciudad. Al rico, al pobre, al artista, al empresario, al vendedor ambulante, al conductor de Transcaribe, al policía, al médico, al moto taxi, al taxista y también al que maneja la buseta de ternera; al que grita en las mañanas vendiendo el plátano o la yuca, que despierta nuestra ira dominical cada vez que vocifera la vitualla.
A todos nos importa, al getsemanicense que se siente orgulloso porque Lucho Argain le compuso la más de las hermosas letras, y pretendía con ella:
“que el mundo entero supiera que aquí en la plaza del pozo fue que un cubano glorioso dio el grito de independencia, aquí nació la insurgencia del pueblo cartagenero, para que los chapetones se fueran de nuestro suelo”.
Así como a ellos, también le importa a los Pozoneros con su festival del frito aguerrido, que lo sacaron adelante sin un solo quejido.
Pero como no sentir desasosiego, en una ciudad donde sus dirigentes, a quienes le hemos entregado la legitimidad popular, voto a voto, hoy mantienen una batalla campal absurda, se enfrentan de manera bochornosa, se increpan en redes, se retan a duelo a través de debates públicos; pelean como si jugaran en el Kínder a ver quien protagoniza la salvación heroica de una ciudad que solo pide buen gobierno.
Una ciudad que se encuentra desesperada, entrada en pánico, sin certeza de lo que pueda pasar mañana; con hambre y respirando temerosa, no por el virus, sino, por no saber en manos de quien dejamos nuestro destino. Si en la manos de dirigentes preparados y capaces para construir en medio de las diferencias, o definitivamente en manos de protagonistas de una trágica serie llamada Cartagena.
Sr Alcalde
Sr Alcalde, su amor por esta ciudad y su manifiesto anti-corrupción lo llevaron a recibir el apoyo de 113.627 cartageneros que confiaron en romper las cadenas de la ingobernabilidad y la interinidad, que nos dejó como obsequio mas de 14 alcaldes en 8 años. A usted lo eligió el sentir de las mayorías.
Concejales
Sres. Concejales, su experiencia y sagacidad electoral, los ha llevado a que la corporación sea elegida con 127.760 votos de confianza, donde fue depositado no solo el voto, sino la esperanza de sacar adelante una ciudad que tanto lo necesita.
No ha sido fácil para nosotros los cartageneros ver como la esperanza de ser bien gobernados se debate entre “MALANDRINES” O “PURITANOS”.
Nos cuesta creer que los días van pasando, las cifras de contagio en nuestra ciudad van aumentando, y nuestra única salida es someternos a una red hospitalaria des-financiada, quebrada, intervenida y quizás en coma inducido presupuestal, al borde de la muerte.
¿Por qué mejor no hacen equipo y salvan juntos a Cartagena?
Por qué no tomamos la buena voluntad de una administración entrante, en cabeza de un irreverente pero noble alcalde, al que le falta experiencia en lo público, pero le sobran ganas de inyectarle progreso a esta ciudad, junto con un gabinete ACADÉMICO y preparado, y lo mezclamos con la experiencia individual de cada miembro del honorable Concejo de Cartagena.
Por ejemplo:
- Tomemos las estadísticas, cifras y estudios de un curtido concejal.
Cesar Pion.
- Aprovechemos el amor por el deporte y el paso por la alcaldía local 2 del Concejal Rodrigo Reyes.
- El paso departamental por el sector educación del concejal Oscar Marin.
- La experiencia del antiguo secretario del interior y director del DATT, el concejal Fernando niño.
- El conocimiento de la localidad 3 de la ex-edileza y hoy concejal.
Gloria Estrada
- El conocimiento de los sectores y la comunidades por parte del concejal Carlos Barrios.
Y así podemos sumar 19 experiencias que se conjuguen en una sola.
Finalizaré esta carta como la titulé, “Sobran Razones” para luchar juntos por esta ciudad. Como bien utilizó la frase un Nobel ex-presidente de Colombia, “solo los imbéciles no cambian de opinión cuando cambian las circunstancias”
Sr. Alcalde y Sres. Concejales, las circunstancias cambiaron.