Siendo las 8 de la noche del 31 de octubre, las brujas cartageneras se dieron cita en el Patio del Palacio de la Inquisición Museo Histórico de Cartagena (MUHCA), con la intención de mostrar un poco de sus tradiciones ancestrales, por medio de un acto performático ‘Amarres de media noche’, con una pequeña muestra gastronómica.
Siendo la noche de Halloween denominada como ‘noche de brujas’, un grupo de jóvenes tuvo la iniciativa de realizar un evento en donde se mostrara por medio de un performance, tradiciones de muchas mujeres en la época de la colonia, por el cual fueron señaladas de practicar la brujería y ser condenadas por la Santa Inquisición en la ciudad. En honor a Paula de Eguiluz, su mayor inspiración, con el deseo de reivindicar la reputación y la mala imagen que se tiene del oficio de mujeres que por muchos años se han dedicado a la curación y a la cocina tradicional.
Cabe resaltar que las jóvenes propulsoras del evento no realizan este oficio. Diana Banquez, una joven chef y promesa de la cocina, junto a Laura Romero, más conocida como Rosa Caribe es comunicadora social egresada de la Universidad de Cartagena.
La noche estuvo a la par del despertar de los sentidos, los olores del incienso y el tabaco, los sonidos de la brisa sobre los árboles y la música de ambiente, el ver las velas parpadear y los momentos de oscuridad; pero sobre todo el tacto y el gusto, la muestra gastronómica de algunos dulces tradicionales cartageneros fueron los que transportaron en el tiempo al público, quienes tuvieron la oportunidad de probar y sentir el ‘Enyucado’ ‘El Pan de Muerto’ y un especial y distinguido dulce colombiano como lo es el ‘Supercoco’.
Entre los actos estuvo la lectura del tabaco por parte de Rosa Caribe. Esta es una de las formas tradicionales con la que estas mujeres podían predecir el futuro de aquellos que buscaban una respuesta o por mera curiosidad.
Los amarres estuvieron presentados por medio de bocados de sabor de cada una de las degustaciones.
Las hierbas también fueron protagonistas esa noche, siendo estas las que más utilizaban las mujeres para hacer sus dichosos amarres, en especial los amorosos o de pareja. Diana Banquez contaba que mientras cruzaban el mercado de Bazurto una señora se les presentó y les contó que era bruja, les vendió hierbas de laurel, las que se utilizan para los amarres amorosos. En un acto simbólico, el laurel fue quién unió a algunas parejas que se encontraban en el público.
Como acto final se regaló tabacos e incienso a los asistentes, motivando a que participen en estos espacios culturales propios de la ciudad. Con una extendida invitación a los próximos años de esta cita con las brujas finalizó este primer encuentro.