Por Daniel Herrera Blanco 

Nicolás Guerrero:
Yo tuve un hermano,
No nos conocíamos pero no importaba.
A veces peleábamos, nos decíamos cosas, nos fastidiábamos e incluso fuimos rivales, Dios nos creó, la política nos dividió, pero el país nos unió.
Le seguía a través de la lucha.
Fuimos uno a la distancia y en las calles.
Mientras yo dormía el estaba en Cali, en primera línea, luchando por el país que siempre hemos soñado.
Mientras nosotros alzábamos la voz y gritábamos hasta que el ruido ya no pudiera salir de nuestras gargantas, él corría huyendo al abuso policial en Cali; alzaba su voz en contra de la injusticia en Bogotá,
Prendía velas en Medellín a nombre de los otros parientes que se habían llevado.

Exponía su vida, día a día, por un país que seguramente olvidaría su nombre.
Mi hermano no se parecía en nada a mi, ni en su color, ni en su pelo, ni en el acento, nada más que en la nacionalidad.
Oraba porque estuviese bien, hasta que de pronto agarré el celular, vi las noticias, era él, no había muerto, lo habían matado.
No nos vimos nunca, él nunca supo mi nombre y yo tampoco el suyo,
Hasta que de su ser solo quedaba un cuerpo maltratado,
Cuerpo al cual le habían arrancado la vida,
Pero no importaba, él era mi hermano.

La voz se me quebró, temblé de impotencia, de dolor, todo un país sufrió por la bala que te penetró el alma y se le llevó la vida. Colapso, derramo lágrimas a cántaros, pero no me da el tiempo para lamentar tu muerte, porque estaban a punto de matar a otro hermano.

Mi hermano se llamaba Nicolás, no nos conocíamos pero no importaba.