“Si tienes poder para hacer el bien, no te rehúses en hacerlo…”, Proverbios 3:27
Por Álvaro Morales de León
Si en estas últimas semanas la crisis sanitaria en Cartagena por causa del Coronavirus pareciera que empieza a mostrar visos de menguar, no es que se deba precisamente al buen comportamiento ni a una obediente disciplina social ni al acatamiento a las disposiciones de la Alcaldía; pensamos que probablemente se deba al comportamiento indescifrable del temible virus, y por qué no decirlo, a cierta protección divina.
Los registros de fallecidos diarios en Cartagena por Covid-19 en el periodo comprendido entre el lunes 8 y el lunes 15 de junio, dan cuenta de cifras como 4, 9, 0, 6, 2, 7 y 5, respectivamente, cifras, muy alentadoras si se comparan con las que se dieron al inicio de la Pandemia, pero siguen siendo cifras a las que no le dan crédito los discípulos de la llamada “Teoría de la conspiración”, surgidos de manera repentina en la ciudad.
Repito, por desconocer cómo se comporta el virus, no se puede asumir actitud de triunfalismo hasta tanto no se encuentre el tratamiento indicado y efectivo contra la enfermedad o cuando aparezca la vacuna que nos dé la suficiente protección inmunológica.
Pero mientras todo esto está ocurriendo con esta enfermedad en Cartagena, como en muchos lugares del mundo, las obligadas y hasta drásticas medidas expedidas para evitar el contagio con la enfermedad han conllevado a una gravísima crisis económica y social que, en ciudades con alto nivel de pobreza, indigencia e informalidad laboral, como Cartagena, hacen la situación mucho más difícil, caótica y complicada.
A todo lo anterior hay que agregarle, sin duda alguna, las precariedades económicas del Distrito y la fragilidad de su sistema de salud ocasionada por los ya conocidos malos e irregulares manejos evidenciados en la escasez de adecuados centros hospitalarios, camas hospitalarias, disponibilidad de Ucis, y muchos otros aspectos que han afectado a este sector.
Probablemente a la desconfianza por el incontrolado y continuado saqueo y despojo del que han sido víctimas las arcas distritales y los recursos de la salud en Cartagena es que se deba la indiferencia e insensibilidad de las grandes empresas de la ciudad para “meterse la mano al dril”, como se dice, y aportar para su mejora y para mitigar la crisis económica.
No recuerdo haber oído desde que comenzó esta crisis sanitaria y económica que pesadas industrias de la ciudad, generadoras de riquezas en nuestro suelo, en nuestro territorio, como las de Mamonal, entre ellas, Refinar, Argos, Contecar, Propilco, Mexichen; y otras, como la Sociedad Portuaria y Puerto de Mamonal, hayan dicho “ni pío” para decir aquí están estos recursos para ayudar a superar la crisis, a diferencia de lo que sí han hecho instituciones como la Fundación Santodomingo en Barranquilla.
Toda la supuesta ayuda es la que se relaciona con el consabido estilo de la mendicidad, como esa de las “Donatones”, las cuales no son más que promesas de ofrendas, pero sólo eso, promesas.
Finalmente, al contrario de esto, en lo que sí han enfatizado los industriales y grandes comerciantes de la ciudad es en presionar al gobierno, a través de los llamados gremios, para que les den apertura a sus actividades, como lo han hecho los constructores, los que administran el Aeropuerto, los hoteleros, los transportadores, los operadores de turismo, las peluquerías, y hasta las Iglesias, pero de las ayudas, nada de nada.