“Preferiría la paz más injusta a la más justa de las guerras”, Cicerón.

Por Álvaro Morales de León

Les aseguro que pensé muchísimo en el título con el que rotularía este artículo, al cual terminé por bautizar con el nombre de “Septiembre negro”, rogándole a Dios que los fundamentalistas de estas etnias no vayan a fusilarme por haber escogido esta palabra para usarla como título de esta nota; pero lo hice por la connotación trágica que por muchos años se ha situado en este mes, el de septiembre, y así se encuentra insertado en la historia.

En época de mis mocedades, sin saber su significado siempre oí decir y repetía sin conocimiento alguno, que septiembre era el mes del “carángano”, percibiendo que este calificativo para el noveno mes del año no era para señalar nada bueno, era como para advertir sobre calamidades que regularmente se enmarcaban y sucedían en esta etapa del calendario; quizás, porque una de las acepciones de esta palabra, “carángano”, es la de piojos; por lo menos así dice el diccionario castellano.

A la verdad, y abandonando este cabalístico preámbulo; inexplicable, podríamos seguir confirmando que no son simples cábalas ni conjeturas, y que los hechos de barbarie y crueldad del pasado miércoles 9 de septiembre cometidos por agentes de policía que terminaron por quitarle la vida a un indefenso ciudadano en la capital del país no son la excepción, ni tampoco lo son las otras muertes, ni el vandalismo que en muchas ciudades siguió a este doloroso acontecimiento, que para algunos les trajo a recuerdo los hechos del “Bogotazo”.

El 5 de septiembre de 1972, durante la celebración de los Juegos Olímpicos en la ciudad alemana de Múnich, once deportistas israelíes que participaban en el evento deportivo fueron mascarados por el comando terrorista “Septiembre negro”, de origen palestino, y que reclamaban por la liberación de más de cien compatriotas presos.

En otro septiembre, el del año 1973, en su día 11, perdió la vida de manera cruenta y violenta el presidente de los chilenos, Salvador Allende, producto de las balas asesinas disparadas en medio de un asalto militar al Palacio de “La Moneda”, desde un comando dirigido por el jefe del ejército, Augusto Pinochet, quien propició su derrocamiento para asumir como presidente de facto y dar inicio a una de las peores etapas genocidas de este país y del mundo durante los 17 años de su dictadura.

Llegó otro septiembre, el del año 2001, y el turno de la tragedia le correspondió a la ciudad de Nueva York cuando también un día 11 como el de Chile, la islámica y fundamentalista organización terrorista Al-Qaeda, dirigida por Osama Bin Laden, se atrevió a irrumpir la mañana de ese martes derribando las imponentes Torres Gemelas causando la muerte a más de tres mil personas y dejar heridos a más de 6.000.

Pero lo más triste y doloroso de este septiembre negro de 2020, el de Bogotá, y que se inició con el brutal asesinato del ciudadano Javier Ordóñez por parte de agentes de la Policía, ocurrió precisamente el día miércoles 9, día que Colombia tiene escogido para celebrar el día de los Derechos Humanos en honor a la labor de defensa de los desvalidos que en la ciudad de Cartagena desarrolló el sacerdote Jesuita San Pedro Claver.

Finalmente, no hay que olvidar que Jesús, el Maestro, nos dejó dicho: “…cuando estén hablando de paz es porque vendrá destrucción repentina”; y el pacifista Mahatma Gandhi también expresó: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”.

 

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