El Futuro del Sistema Integrado de Transporte Masivo

Por José Laguado

Director de Smartfutures Think Tank

Ni un billón de pesos salvará la sostenibilidad financiera en el largo plazo del Sistema Integrado de Transporte Masivo (SITM) de Cartagena, Transcaribe. Eso es como tratar la fiebre con pañitos de agua para bajarla un poco sin brindar el tratamiento adecuado sobre las causas de la enfermedad. Ojo, no estamos diciendo que es irrelevante el plan de contingencia financiero. Es más que relevante y urgente. La invitación es a mirar desde diferentes perspectivas para ampliar las posibilidades de acción desde el futuro y decisiones acordes al respecto en el presente.

En ese sentido, proponemos observar desde cuatro perspectivas sencillas que permiten atender la coyuntura actual y visibilizar la sostenibilidad en el largo plazo. La primera, la perspectiva financiera, y sin entrar en los detalles operativos, la causal es evidente: Transcaribe no tiene hoy los usuarios que debería tener y eso es parte fundamental del análisis para la viabilidad. Podemos pensar en los créditos, el apalancamiento de las transferencias del Gobierno Nacional, uso de recursos de las sobretasas de la gasolina, impuestos de rodamientos o 20 alternativas adicionales que se nos ocurrirán. Lo cierto es que, sin usuarios ingresando al sistema, existe una baja viabilidad. Un servicio es útil si hay clientes (usuarios) que lo utilicen. Simple. Desde esa idea, ¿qué nuevas propuestas existen para incentivar el uso del SITM? ¿Cuándo sucederá la regulación de las mototaxis? ¿Qué pasará con los taxis colectivos? ¿En qué momento integraremos el transporte acuático para y desde las zonas insulares de manera organizada y regulada?

La segunda, la perspectiva desde los usuarios. Creo que los ciudadanos no tenemos claridad sobre cómo funciona un SITM. En términos sencillos, para movilizar a la mayor cantidad posible de personas de un punto a otro distante de las ciudades siendo la clave principal: el tiempo. Por ejemplo, desde Patio Portal hasta Bocagrande o Crespo en 20 minutos UNA VEZ estés en el bus; a eso hay que incluirle el tiempo de espera y caminar o llegar a las estaciones, bien a pie o con buses alimentadores. En Cartagena no. Queremos que los buses pasen al frente de las casas, caminar lo menos posible y que buses “personalizados”, esto es, que apenas llegue a la estación haya un bus esperándome para iniciar el viaje. El otro ejemplo, ¿cómo hacer para que el 70% de la población cartagenera, pertenecientes a los estratos 1, 2 y 3, logre acceder al sistema? Imagínate que podamos pagar con residuos plásticos e intercambiar botellas y tapas en máquinas en las estaciones por pasajes en Transcaribe. Además de resolver un tema de la demanda del sistema incorporando nuevos usuarios, ayudaríamos a fortalecer la economía circular y a convertirnos en una biodiverciudad, “una ciudad que reconoce, prioriza e integra la biodiversidad y sus beneficios hacia un desarrollo urbano-regional sostenible” (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible). No hablemos de Barranquila, ¡Quibdó, Leticia y Villavicencio lo están haciendo!

La tercera, la perspectiva de los procesos. Seguimos entregando el poder del sistema en los proveedores sin mayor articulación operativa. Hay que pensar en las Estaciones 4.0, estaciones modernas que incorporen las tarjetas en propiedad de los usuarios, no del proveedor para que exista una apropiación, autoregulación y autoliderazgo del usuario del sistema con las recargas y los pagos. ¿No queremos tarjetas por bioseguridad? ¡Sin problemas! Ya existen los códigos QR para hacer pagos con transferencias directas a los bancos o haciendo pagos anticipados previos al uso del sistema. Además, esto ayudaría a la alfabetización digital y a la búsqueda de alternativas de conectividad por toda la ciudad y al buen uso de los dispositivos móviles más allá de las redes sociales.

La cuarta, la perspectiva del aprendizaje del sistema. Ya están disponibles experiencias de realidad aumentada que podrían actualizar las famosas hojitas de las rutas pegadas con cinta en las estaciones. Con un dispositivo móvil, podría tener acceso a rutas y mapas en 3D ayudándonos a conectar los tiempos, estaciones y espacios para planificar mejor nuestros tiempos de desplazamiento a lo largo y ancho de la ciudad.

Si lo piensan, dejamos de ser “el corralito de piedra”; ahora somos, #LaCartagenaDelFuturo. En síntesis, el futuro de Transcaribe no está sólo en buscar el dinero para resolver la coyuntura. También está en ayudarle a los biociudadanos a comprender su rol como usuarios, a generar una infraestructura pensada en la experiencia del usuario y no en lo más económico y en crear las oportunidades para crear una cultura ciudadana alrededor de iniciativas de ciudad que generen un sentido de pertenencia.

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