Por Hernán Lenes
La bondad no permite grises. Uno no es medio bueno, uno o es bueno o no lo es.
Lo que hizo Dau hoy, en medio de unas manifestaciones convocadas por jóvenes estudiantes, en su mayoría de la pública Universidad de Cartagena y sostenidas por la que hoy fue la policía del pueblo: “la banda del auriverde”, en compañía de cientos de otros cartageneros indignados, cansados y sentidos por el dolor que causa ver morir a tu país y con él los habitantes que luchan por mantenerlo en pie, es imperdonable.
Mientras en la calle, con más miedo a no poder seguir viviendo en Colombia que a contagiarse de un virus, los manifestantes cantaban arengas de repudio al innombrable, Dau, la policía y el resto de inhumanos de la fuerza pública custodiaban el corralito de piedras. Como si de colonizadores españoles se tratasen, los manifestantes fuimos dispersados del plantón pacífico frente a la torre del reloj con lacrimógenos que sobrevolaban las cabezas de los jóvenes que un día confiamos el acto teatral del tractor y que hoy, nos impedían el paso, porque al parecer una estatua (si es que esas eran las intenciones) siempre es más importante que la vida humana.
Es difícil juzgar a Dau por su plan de gobierno, porque a la larga y sus propuestas no van más allá de la anticorrupción, pero qué se puede esperar de quien debe retractarse en la mayoría de decisiones que toma, eso no es humildad ¡es incompetencia! Para tu pesar, Dau, lo que hiciste o no hiciste quedará en la memoria de todos y ya no puedes darle vuelta atrás. Ni perdón ni olvido.
Y si para muchos somos vándalos y vagos, con orgullo desde hoy seremos ‘malandrines’, porque la hipocresía de tu gobierno nos pondrá en tu contra y haremos lo imposible por explotarte las llantas, “tractor”.