Tras cinco meses de avance continuo, el coronavirus ha incidido en las líneas invisibles que dividen las grandes ciudades latinoamericanas, y se ha cebado con los barrios populares.

El coronavirus está marcando con tinta indeleble las fronteras de la desigualdad en las ciudades latinoamericanas. La enfermedad, que llegó oficialmente al continente el 26 de febrero a través de un brasileño de São Paulo que había estado en Italia, no tardó en entrar en la fase de contagio comunitario poniendo en emergencia los sistemas de salud de algunos países. 

La covid-19 enfrentó a los dirigentes de la región y a millones de familias a la disyuntiva imposible de cómo frenar su expansión sin ahogar las economías. Aunque el virus golpea por igual a ricos y pobres, hay grandes diferencias a la hora de combatirlo en función de la clase social. Confinarse, mantener la distancia social, quedarse en casa e incluso lavarse las manos son acciones mucho más difíciles para quienes viven al día, hacinados y en ocasiones sin acceso a agua corriente en favelas o barrios de bajos recursos y coloca en una situación de desventaja a sus habitantes frente a la pandemia.

La pandemia en las mayores ciudades de Latinoamérica

Muertes desde el inicio de la pandemia hasta la última semana de julio de 2020.

Datos actualizados el 30 de julio. En algunos casos (por ejemplo: La Habana, Guayaquil, Managua o Caracas) no había datos disponibles de muertes. En otros, el nivel de detalle sólo permitía incluir datos de la región administrativa a la que pertenecía la capital (Tegucigalpa, Quito, Ciudad de Panamá).
Fuente: Datos oficiales de cada autoridad local o nacional.

Un análisis de datos en cuatro de las urbes más grandes del continente revela cómo las brechas de la región han quedado al descubierto con la pandemia. Esta se ha cebado especialmente con los barrios populares de la Latinoamérica urbana. En la enormidad del área metropolitana que acompaña a Ciudad de México encontramos el peso de la densidad; en Bogotá, la división económica entre el noreste de la ciudad y el resto se materializa también en los contagios; en Buenos Aires, la brecha norte-sur se plasma con particular intensidad no sólo en el contagio, sino también en la atención que ha merecido por parte de las autoridades; y en São Paulo, la ciudad más grande del continente, un zoom milimétrico desvela las fronteras invisibles por las que se mueve la covid-19.

El contagio en Bogotá, en dos mitades 

La epidemia despegó tarde en Colombia, pero cuando lo ha hecho ha concentrado su impacto en la capital. Bogotá acumula casi cuatro de cada diez casos detectados en el país, con apenas un 18% de la población. Pero la inmensa mayoría de ellos se concentran en los estratos bajos.

La palabra “estrato” no es aquí trivial, sino que tiene una connotación profunda en las ciudades del país: todas sus viviendas urbanas están clasificadas según una serie de parámetros de calidad y habitabilidad que van de 1 a 6. La afiliación de un hogar con un estrato se convierte prácticamente en una marca de clase. Según datos que publicó la Secretaría de Salud de Bogotá el pasado 30 de julio, el 45% de los fallecidos durante la pandemia pertenecían a hogares de estrato 2, y el 25%, al estrato 3. Ambos dominan en Suba y Kennedy, las localidades con más contagios acumulados. Un 17% vivía en el 1. Entre todos suman nueve de cada diez muertes por la covid-19 confirmadas en Bogotá.

La epidemias se acelera en Bogotá por mitades

Muertes y casos confirmados en cada localidad de la ciudad hasta el 29 de julio.

Fuente: Datos abiertos de la Secretaría Distrital de Salud.

La desigualdad en la calle, en las viviendas y en el transporte público

 Un tercio de las viviendas de Bogotá son de estrato 2, pero casi la mitad de muertes y hospitalizaciones pertenecían a este segmento. En el estrato 1 la diferencia es más abismal: la proporción de casos graves de la covid-19 duplica a la que le correspondería por peso en la población. 

La razón es doble: por una parte, se trata de hogares normalmente más habitados. Pero, por otra, de ellos se nutre la gente que tuvo que salir a trabajar casi desde un primer momento. El confinamiento en Colombia fue temprano, pero la vuelta de la gente a las calles rebrotó pronto. Sobre todo, por motivos laborales, según los datos de movilidad de Google. 

Además, el sistema de autobús de plataforma reservada que moviliza a millones de personas día tras día recoge datos según el tipo de tarifa empleado por sus pasajeros: los billetes comprados con la reducida, reservada para los hogares de menos ingreso, descendieron menos que el resto, y también aumentaron a mayor velocidad. Son, efectivamente, los estratos 1 y 2.

En Bogotá, la gente de sectores populares volvió a salir con mayor intensidad

Cambios en porcentaje medio de salidas por semana (lun-vier) respecto a enero Google: a lugar de trabajo; o a lugar de ocio/comercio. Transmilenio (transporte público): tarifa completa; o reducida para familias de menor ingreso.

Fuente: Google Community Mobility Project; IADB Coronavirus Impact Dashboard & Transmilenio SA.

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