No creo que debamos andar cancelando gente estos días. Se supone que lo que debemos rechazar es el machismo y no el hombre, y el machismo está en todas partes, hasta en nosotras las mujeres.

Por Jeril Pineda

Hace varios días atrás mi timeline de Twitter se había vuelto nada por el artista australiano Eddie White Jr. Resultaba, pasaba y acontecía que unas feministas colombianas debatían sobre el contenido de él, describiéndolo como exotización de la cultura afro, cosificación de la mujer y reproducción de esa idea falsa de que Colombia sólo es caribe. Después de haber expuesto mi punto de vista con ellas, ignoré completamente el asunto, hasta que salió un artículo en El Tiempo sobre los estereotipos de la mujer paisa en sus dibujos. Más tarde la misma noticia salió en televisión, y me llamó la atención saber que, de tantas cosas por señalar -que ya habían señalado mis colegas-, sólo se discutiera esa cosa en particular. La gente estaba incómoda, quizás furiosa, reclamaban el que los dibujos estuvieran fortaleciendo un imaginario de discriminación.

Eddie White Jr. es aclamado por sus infografías gastronómicas en donde clasifica la comida de distintas formas; particularmente me gustan mucho, son mis favoritas, por su impecable presentación y nivel de identificación. Pero al estudiar sus dibujos sobre mujeres la cosa se torna un poco turbia, logro empatizar fácilmente con las feministas de Twitter. Y es que White recibió -y todavía debe de recibir- muchos mensajes y comentarios por parte de ellas, sugiriéndole cambiar el mensaje que estaba dando, pero él decidía hacer caso omiso. En dos ocasiones yo misma llegué a sugerirle que investigara un poco más allá de sus encuestas de Instagram, pero me sentí completamente ignorada. Un hombre terco, pensé.

En cada grupo social hay estereotipos de los cuales reírnos siempre, el problema es que las personas que están fuera del grupo realmente ven los estereotipos como una guía a las personas, lo cual es un desastre. Los heterosexuales creen que los hombres gais son esencialmente afeminados, los de occidente creen que los de oriente son terroristas, los blancos creen que todos los negros tienen sabor, ¿Y qué si hay un negro que no tiene sabor? ¿Entonces no es negro? Los estereotipos hacen sentir a la gente que son hijos de menos mae y eso es una estupidez. Entonces el negro que no baila se siente menos de acá y esa vaina es una injusticia, una trasgresión, una… -llámenlo como quieran- a la identidad cultural de una persona. Eso fue lo que pasó con los estereotipos de la mujer paisa. A la gente no le gustó que ese estereotipo lo reprodujera un gringo, porque otros gringos iban a verlo y a pensar cosas que no son. Y ya, eso fue todo.

Pero no se trata de odiar al extranjero y celar nuestra cultura, no, porque la misma cosa aplicaría para nosotros. Si yo, por ejemplo, viajo hoy a la India, planeando hacer infografías, tengo la responsabilidad de informarme antes por medio de artículos de investigación, tesis y hasta encuestas. Es lógico que tengo que leer o hacer trabajo de campo y es lógico que mis resultados serán evaluados. A mí no me gustaría recibir odio por mi curiosidad en una cultura, pero si lo recibo es porque estoy haciendo las cosas mal. Si mucha gente se está quejando, tengo que pararle bolas al asunto ¿O no les parece lógico la responsabilidad que tendría yo con la India de evitar la desinformación y promover la cultura sin fortalecer ningún estereotipo? Bueno, esa responsabilidad hipotética que yo tendría es la que tiene Eddie White Jr. en la vida real, y lastimosamente no es buena idea que uno se encierre en que el trabajo de uno es bueno y que sólo tenemos haters, porque uno mismo puede estar equivocado.

Además de compilaciones sobre nuestra comida, explicaciones sobre nuestros modismos, etcétera, etcétera, etcétera, y su famoso abecedario colombiano, el artista también hizo una compilación de ‘150 detalles que ama’ de las mujeres para “celebrarlas visualmente”, lo cual causó conflicto en mí. No planeo crucificar a un hombre que disfruta su sexualidad y lo refleja en sus dibujos, pero sí planeo dudar de la intención de su trabajo. En la publicación del resultado final anunció que haría una compilación sobre ‘150 detalles que ustedes aman’ -que está en desarrollo, de hecho- y me hace pensar que las cosas pudieron haber pasado de otra forma, “¿Por qué no ‘300 detalles que amamos de las mujeres’?”, pensé. Él no tiene que hacerme caso a mí, pero eso seguramente habría funcionado mejor para celebrar a la mujer, precisamente porque exaltaríamos las imperfecciones logrando que las veamos distinto, en vez de adorar vainas que socialmente ya son adoradas. Realmente el lenguaje que usó y el mensaje como tal, a pesar del discurso aparentemente bienintencionado en la descripción de su Instagram, no lograron convencerme de que nos estaba celebrando visualmente. Seguí pensando en que había intereses particulares y que la palabra «celebrar» era muy pesada para usarse en ese contexto.

No estoy en contra de ser abiertamente sexual en redes sociales ni mucho menos en contra de que esa sexualidad se refleje en el trabajo artístico, para nada, porque para eso existe el Not Safe For Work, que es básicamente una etiqueta que recoge a muchos artistas eróticos, sangrientos, violentos y ofensivos cuyas obras «no son apropiadas para el trabajo». Eddie White Jr. fácilmente encaja ahí, junto a otros artistas eróticos como Apollonia Saintclair, Joyce Lee y Stephanie Sarley, que naturalmente se conciben como incómodos o no convencionales. El problema -realmente- no es ese.

En otra ocasión decidió dibujar ‘sabores de las latinas’, una serie de 6 imágenes que mostraban partes del cuerpo femenino siendo señalizadas con lo que son comidas latinas y eso por supuesto se interpretó como que nosotras las mujeres somos un pedazo de carne… exótico, además; como una especie de comida que sólo vas a encontrar en Latinoamérica, del mismo modo en que yo iría a Neiva nada más pa’ comer achiras con Kola Cóndor. Eso obvio no se ve bien. Ni modo. Hay un error en el mensaje y ese es el verdadero problema: esos mensajes erróneos que están regados en algunos de sus trabajos, que nos hace pensar que es un gringo más llegando a un paraíso sexual de latinas, porque de donde él viene las cosas no tienen «sabor». Y son piezas las cuales él -probablemente- tiene flojera de cambiar o disculparse, porque tiene las suficientes seguidoras para ser idolatrado y a veces el ego puede más que la filantropía.

Casualmente, la mayor parte de su público son mujeres costeñas. No es buen indicio.

La manera de proceder no es cancelarlo, sino rechazar esas piezas artísticas que específicamente están cayendo en ese error social y poder decir abiertamente «bueno, mijo, ya basta», porque no creo que debamos andar cancelando gente estos días. Se supone que lo que debemos rechazar es el machismo y no el hombre, y el machismo está en todas partes, hasta en nosotras las mujeres. Hay que recordar que el verdadero fin de los debates es que ambas partes logren ver distintos puntos de vista, e incluso lograr el bien de ambas a través de ello. La idea es aprender de los desastres. Sin embargo, cuando eso no funciona, lo mejor es dejar que las cosas sigan su curso. No es recomendable detenerse en una cosa que no desea ser cambiada. Más que una columna de opinión, quizás es una invitación a Eddie White Jr. a que logre ver a las feministas como personas que están tratando de aportar algo positivo a su trabajo. Si el artista no logra ver el potencial de eso, habrá admitido con su desinterés que todas tuvimos razón sobre él.

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