“Vana es la hermosura y engañoso el corazón…”, Proverbios 31:30
Por Álvaro Morales de León
Con grandes interrogantes, cuestionamientos, y hasta con ciertos recelos han recibido los colombianos la llamada hipoteca inversa propuesta por el gobierno nacional a manera de “salvavidas” económico, según dice el Presidente, y para que sea tenida en cuenta por aquellos propietarios de bienes inmuebles que habiendo superado los 65 años de edad decidan embarcarse, o “morder el anzuelo”, como dicen algunos, en este polémico modelo financiero.
La picaresca colombiana, como siempre, ya le cambió el nombre; ya no la llaman la hipoteca inversa, ahora le dicen “la perversa hipoteca” porque para críticos y conocedores de los menesteres económicos, aunque sea un modelo empleado en otros países, no es que el éxito en ellos sea del todo cierto, dicen ellos.
Además, también opinan otros sectores de la política y la sociedad colombiana que les parece que esta iniciativa ha sido soltada en el más impropio momento, el de la cresta en que se encuentra la gran calamidad económica que vivimos.
La propuesta de la hipoteca inversa plantea tres modalidades de negociación, la primera es un modelo de renta vitalicia en la cual se pacta el recibo de una renta hasta que la persona fallezca; una segunda es la llamada renta temporal, y en la que se acuerda recibir un determinado valor mensual por un determinado número de años; y la tercera y última, la de renta única, en la que se recibe la totalidad del valor del bien inmueble en una sola entrega, o sea, una efectiva venta.
Las maniobras para los que “muerdan el anzuelo” con la hipoteca inversa comienza con el avalúo comercial del bien inmueble, avalúo que le cargarán al solicitante y no al banco o corporación financiera, así mismo, también le cargarán los gastos del trámite hipotecario y todos los demás que sucesivamente van asfixiando al esperanzado solicitante.
Pero la “malicia indígena” del colombiano sobre el cuento de la hipoteca inversa del gobierno nacional lo ha inquietado y conducido a recordar aquel ciertísimo refrán que dice que “de eso tan bueno no dan tanto”, y que con esta impropia propuesta pareciera que el gobierno estuviera buscando la manera de zafarse de la responsabilidad social que tiene con estos grupos vulnerables, los adultos mayores, y más aún, llegar a afectar de manera negativa el sistema pensional. Recordemos que, en este país, todo es posible.
A la verdad que son “pajaritos en el aire” los que pinta el gobierno nacional con esta propuesta de hipoteca inversa, o “perversa hipoteca”, la que justifica invocando la calamidad económica que en estos momentos vive un adulto mayor que ya no tiene oportunidad laboral, que además no logró ahorrar para pensionarse, y encima de ello tiene la carga de los impuestos por su bien inmueble y la del mantenimiento del mismo. ¡Que bondadoso gobierno!
Es decir, el gobierno le está diciendo al adulto mayor, decídase, y cambie de herederos, asígnele ahora ese derecho al Grupo Aval, el de Luis Carlos Sarmiento Angulo, el mayor empresario bancario de Colombia, ya que, en Colombia con una expectativa de vida de 76 años, este conglomerado financiero en solo 11 años se hará propietario del mayor número de viviendas entregadas en este cuestionado modelo hipotecario.
Finalmente, de esta propuesta, sustentada vehementemente por el ministro de vivienda, Johantan Malagón, un mozalbete de títulos en entredicho, han querido referirse de manera no muy cierta como exitosa en países como Estados Unidos y España, entre otros, pero no diciendo que a diferencia de Colombia donde la expectativa de vida es de 76 años, en Estados Unidos es de 78.7 años y en España, de 83.5.