Por Sebastián Aristizábal Pérez

Asesor de Prensa

La convocatoria del ex senador Álvaro Uribe al actor Jorge Cárdenas y al periodista deportivo Carlos Antonio Vélez a hacer parte de la lista de candidatos para las elecciones del próximo año causaron alboroto en las redes sociales, medios de comunicación y algunos sectores del Centro Democrático; esta maniobra hace parte de una estrategia tradicional que realizan los partidos políticos y que responde a la falta de credibilidad que tienen estas organizaciones.

Las distintas colectividades que en la teoría son las encargadas de darle vida a la democracia y que en otros tiempos fueron defendidas a muerte por los colombianos, hoy valen poco, según Naciones Unidas, el 83 por ciento de los ciudadanos de América Latina no se siente representado por ninguna bandera política.

Esta desconfianza de los ciudadanos combinada con el afán de tener una lista atractiva y alcanzar el umbral electoral, han creado dinámicas proselitistas que incluyen enlistar personajes públicos como actores, actrices, periodistas, deportistas y otros para pescar en río revuelto algunos electores, una especie de cambalache de fama por votos.

Hagamos un recuento de la farándula que ha estado en contiendas electorales. Llama la atención el éxito que han tenido los humoristas, por ejemplo, Fabiola Posada, más conocida como la Gorda Fabiola, fue concejal de Bogotá, dignidad que también ostentó Hugo Patiño, ‘El Príncipe de Marulanda’ a comienzos de siglo. Así mismo, entre 1998 y 2002, Alfonso Lizarazo fue Senador de la República, todos estos, miembros del histórico programa Sábados Felices. Sin embargo, la suerte del humor se acabó cuando Ricardo Lozano “Alerta”, pasó de cuenta huesos a cuenta votos y se quemó en 2014.

En las justas electorales del 2010, de nuevo, personalidades como Javier Hernández Bonnet por el Conservador, Over Jelain ‘El Gitanillo de América’ por el Partido PIN y la ex reina nacional de belleza Vanessa Mendoza por las negritudes, intentaron sin éxito llegar al Congreso de la República.

Para 2014, además de la quemada de Alerta, también se lanzaron al ruedo Gregorio Pernía por el verde, quien venía de hacer un buen papel en La Hija del Mariachi, Julio Estrada, conocido como el director de la orquesta Fruko y sus tesos, por la U, el exfutbolista Boner Mosquera por el liberalismo y la vieja gloria del fútbol Willington Ortíz, quien buscaba repetir Cámara por las negritudes. Todos fracasaron en su carrera política, las urnas les negaron el éxito que alcanzaron gracias a las industrias culturales y deportivas.

Para las últimas elecciones, las de 2018, figuras de la farándula como el actor vallecaucano Bruno Díaz de la Lista de la Decencia, el actor Alexis Calvo, recordado por la serie Pandillas Guerra y Paz, Don Popo Ayara, artista Urbano y el polémico Youtuber cristiano, Oswaldo Ortiz, dieron un salto al vacío, pero con su caída impulsaron la llegada de otros candidatos.

La fórmula no es nueva y en algunas oportunidades ha funcionado bien, como el caso de Gustavo Bolívar, que siendo conocido como libretista de novelas y a pesar de sus fuertes posiciones, ha hecho una buena labor como congresista, así como también hay casos donde, para ser congresistas, lo hacen muy bien como cantantes, poetas o artistas.

La izquierda, la derecha y el centro (para los que creemos en él), están alistando sus fichas, sacándole provecho a la democracia participativa a través de la fama, los likes y el espectáculo como herramientas para cautivar votantes conscientes, fanáticos o despreocupados. A pesar de la cercanía de la ‘Niña Mencha’ con Petro o de Cárdenas con Uribe, la decisión sigue siendo ciudadana; ahí si cabe la advertencia de Uribe: “ojo con el 22”.

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