Por Andrés Pájaro
Once alcaldes en seis años, muchas investigaciones por corrupción, irregularidades en las elecciones, casos de compra de votos, las maquinarias políticas al borde de la desesperación por sacar a su candidato adelante, una creciente desigualdad e intereses particulares, no señores, no les hablo de un juego virtual o de simulación; me refiero a la ciudad de Cartagena de indias.
Pienso que en el libro de records guinness, Cartagena ocuparía el podio en la ciudad con más alcaldes en poco tiempo (en caso tal, lo tomarían como un logro nacional). Elecciones para alcaldía 2019, todos preparados para convencer a sus conocidos y familiares, para votar por los nombres detrás de las maquinarias políticas cartageneras, como decimos en la costa “ya estaban todos los juguetes listos”, ¡oh! Sorpresa, apareció un “no invitado al carnaval”, un viejo del extranjero que nadie conocía, con un plan nuevo para la alcaldía y con el propósito de acabar con la corrupción en Cartagena… ¡Qué buen chiste y gran iniciativa tenía ese viejo!
La campaña de dicho hombre se basó en hablarle claro a la gente de cómo son las cosas, como buen cartagenero tomamos la vaina a chiste y de “pura recocha”, por la forma en que el hombre nuevo se expresaba, los claros indicios de un loco y una persona que solo viene a improvisar, decía la gente.
Ganó el hombre, Willian Dau; el viejo loco, con una particular manera de hablar y de “cantarle la tabla al que sea”, convenció a la ciudadanía Cartagenera de que era hora de un cambio, un nuevo sistema y por supuesto combatir la corrupción. Sin prometer el empleo de la vida, dar los mercaditos y sin presionar, demostró cómo se hace una campaña limpia, contundente y sin las maquinarias políticas… ¿Cómo lo viste ahí?
William Dau, alcalde de Cartagena, un gran paso para un cambio; pero ¿qué pasó con la gente? Sólo se detalló en las frases del alcalde, las cuáles causaron controversia y mucha gracia entre los cartageneros, solo era risa, pero no se daban cuenta del poder, la verdad que había detrás de esas palabras. Si lo detallamos, podemos asumirlo como una manera para acercarse más a las personas de estratos bajos, que de pronto no comprendían las cosas con las palabras diplomáticas y para ahorrarse el pensamiento, se dejaban convencer con plata; William hizo que esa población entendiera la situación solo como ellos saben entenderla, con las expresiones vulgares que usamos en voz baja. Nos mostró que algunas personas prefieren un hablar bonito acompañado de un mar de corrupción, a un hablar claro, pelao’, pero acompañado de acciones, buenas decisiones y una preocupación por el pueblo.
Sus palabras son hechos, sus acusaciones son realidad, sus promesas van camino a ser cumplidas, entonces, las cosas no han estado en un simple chiste o en el hecho de expresarse tan coloquialmente. ¿Hay repercusiones?, tal vez, pero es el riesgo que una persona asume por preocuparse por el pueblo.
Se ha mantenido al frente en la emergencia sanitaria, le ha cantado la tabla a los corruptos como nosotros se las cantamos, pero por redes sociales o en nuestro grupo de amigos… William Dau lo hace de frente, sin miedo a decir la verdad, como nos gusta a nosotros, de frente.
Si hay otros caminos para sacar un pueblo adelante, hay más formas de contemplar cambios a futuro, es nuestra decisión de… seguir escuchando frases bonitas acompañadas de corrupción o afrontar las cosas como son y cambiar nuestra realidad cartagenera.