Por José Laguado

Director Smartfutures

Tenemos todo para ser un destino atractivo para la inversión, el desarrollo económico y mostrar un sector turístico de clase mundial. Eso lo evidenciamos en los macroproyectos y visión territorial que desde hace unos años se promueven en la ciudad; por ejemplo, proyecto de canales, lagunas y recursos hídricos navegables para resolver la movilidad de algunas zonas, al tiempo que se convierten en atractivos escenarios para recrear experiencias turísticas diferenciales; un nuevo muelle que organice el embarque y desembarque de turistas y nativos de la zona insular con mayor seguridad, control, información y precios acordes a la oferta; un nuevo mega centro de reuniones y convenciones que amplifica la oferta de la ciudad para el turismo de reuniones y eventos; más de una veintena de festivales para una variedad de oferta cultural para todo tipo de públicos, bolsillos y gustos; un Sistema Integrado de Transporte que logra conectar puntos extremos de la ciudad con un tiempo acorde, seguridad, comodidad. Y así podríamos nombrar veinte cosas más.

Sin embargo, parecemos “cartagenidiotas”, adaptando la nueva palabra aceptada por la RAE de “covidiotas”, personas que actuamos desde el pasado, de manera consciente o inconsciente, para negarnos las posibilidades de #LaCartagenaDelFuturo. Aunque el pasado es parte de quienes somos, lo que hemos hecho y lo que hoy tenemos, no necesariamente debería anclarnos en la historicidad. Más bien, reconociendo que esa historicidad nos ha traído enormes beneficios en el desarrollo socio económico como ciudad, ¿de qué manera podríamos adaptarla para diseñar y construir nuevas oportunidades de futuros? Déjenme poner un ejemplo: si reconocemos que somos “el corralito de piedra”, ¿podríamos reconocer que podemos ser hoy “la Venecia suramericana” materializando el proyecto de canales navegables y construyendo una nueva realidad de conectividad y atracción turística? Si reconocemos que somos “la fantástica”, ¿podríamos reconocer que podemos llegar a ser “La Broadway del Caribe” por una oferta unificada de festivales, cultura y gastronomía?

El reto está en que es importante autoreconocernos como Cartagenidiotas. Aquí les comparto algunas guías para una autoevaluación: 1) Aunque algunas personas se expresan por las redes sociales como verdaderos expertos de ciertos temas de ciudad, responsabilizan a todo el mundo menos a ellos mismos por las circunstancias de la ciudad; 2) Hay quienes cometen irresponsabilidades por acción u omisión y luego se quejan de lo que sucede (¿has visto las basuras en los desagües y luego las inundaciones en los barrios, por ejemplo?); 3) Los “negacionistas” que a toda iniciativa de ciudad la objetan solo porque sí, porque hay que generar oposición para ver qué se puede sacar de ello; 4) Los incumplidores de las normas más elementales de convivencia ciudadana como el ruido estridente, parar en los semáforos cuando están en rojo, dar paso al peatón, acatar las directrices para el autocuidado en salud; 5) Los que se ofuscan cuando se pide orden y estructura en algún lugar como una fila de atención, los mobiliarios de las playas, el sistema de transporte ilegal y un largo etcétera. ¿En qué grupo caíste tú?

Eventualmente este accionar nos ancla a una visión individualista de la convivencia en el territorio cartagenero. Aunque contamos con múltiples oportunidades, a veces pareciera que la pobreza no solo tiene que ver con los recursos económicos. Quizás, tenga que ver con la testarudez humanista de evolucionar hacia las nuevas posibilidades de riqueza que el mundo moderno nos trae en el marco de esta coyuntura.

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