«…la política es la segunda profesión más antigua, pero he aprendido que tiene sorprendente semejanza con la primera». Ronald Reagan

Por Álvaro Morales de León

Parece ser que la frase dicha por Reagan, el expresidente estadounidense, en cuanto a que “Se ha dicho que la política es la segunda profesión más antigua del mundo, pero he aprendido que tiene sorprendente semejanza con la primera”, no sólo es muy válida frase sino muy vigente si lo dicho por el expresidente es porque la primera y la más antigua profesión, dicen, es la prostitución.

Probablemente, en la esencia misma del oficio de la política, no es que propiamente sea ésta una actividad de la que emane una prostituida conducta de sus principios, no, la prostitución en los procederes políticos aflora cuando se desvirtúan sus éticos pilares por torcidas manifestaciones como la “politiquería”, la cual se da a conocer a través del chanchullo, la componenda, la trampa, el engaño, la trapisonda, y la traición, entre otras expresiones.

No sabría decir si la mayoría de nuestros políticos o nuestros politiqueros son ese tipo de personas que de acuerdo a las circunstancias tienen una cara, o dos, como las monedas, o cuatro, como las del “Reloj Público”, dicen en Cartagena, o sean ese tipo de ciudadanos que siempre pretenden sacar ventaja de todo, saliendo ganadores, como dice el aforismo, “con cara gano yo, y con sello pierdes tú” dando a entender que caiga como caiga la moneda siempre ganará la partida el que ha apostado menos y la tiró.

Es un estilo muy propio de este país que servidores públicos, léase congresistas, diputados, concejales, alcaldes, gobernadores o diputados, así como funcionarios, logren escaños y altas dignidades en corporaciones públicas o en la burocracia estatal con el sucio trabajo electorero o el apoyo de parientes consanguíneos con complicados antecedentes; y si se les llega a cuestionar, se hacen los desentendidos invocando el principio de que no hay delitos de sangre, y es muy cierto, no los hay; pero lo votos y los nexos políticos de su pariente impedido o condenado, sí están impregnados de delitos.

Un cuestionado caso es el de la recién elegida presidente de la Cámara de Representantes, Jennifer Arias, militante del Centro Democrático y ex reina de belleza por el departamento del Meta, de escasos 34 años, y de quien su hermano Andrés Eduardo Arias se conoce que fue capturado en Miami por la DEA y condenado por el delito de narcotráfico, según denuncia hecha por la Fundación “Paz & Reconciliación”.

Pero la misma Fundación “Paz & Reconciliación” no sólo ha hecho esta denuncia, también lo ha hecho con la condena por homicidio contra Luis Eduardo Arias, padre de la congresista Arias, un poderoso contratista del Meta, por haber dado muerte en 1993 con arma de fuego a un ciudadano de Villavicencio, sino que además la relaciona con un sector de la aviación en los Llanos Orientales vinculado con el narcotráfico. Es este, un buen ejemplo de las dos caras de una misma moneda en la política.

En el departamento de Bolívar, tenemos un buen ejemplo, de conocimiento público, y es la manera como la señora Piedad Zuccardi Porras, esposa del finado ex congresista Juan José García Romero; y su hijo Andrés Felipe García Zuccardi han logrado curules en el senado de la república producto de votos heredados y tiznados de corrupción y delito por parte de su condenado esposo y progenitor. Es este, igualmente, otro buen ejemplo de las dos caras de la misma moneda en la política. La curul es del congresista sin “pecado”, pero los votos, como dijo la Azcárate, vienen de los sótanos del infierno.

Finalmente, estos dos casos son apenas una muestra de las dos caras de la misma moneda en la politica de Colombia.

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