Por Karen Guardo B.
Hoy es un día para comprender que las mujeres construyen un futuro sostenible, pacífico, inclusive y equitativo, pues el rol que hoy tenemos como mujeres en la sociedad, la economía y demás aspectos, son evidencia de que además de belleza, delicadeza, amor y entrega, somos ovarios llenos de templanza, fuerza, valentía, inteligencia, decisión, tesón, resiliencia y sobre todo certeza de querer un mundo mejor.
Como sabrás, es cotidiano en Cartagena un día soleado bien temprano irte a Bazurto a conseguir frutas, pescado, hortalizas, verduras y demás, aprovechando el tiempo de cosecha para comprar como nos gusta en la costa bueno y barato, así que me he venido a caminar esta plaza tradicional, encontrando en medio de tanta gente, a una mujer que te contaré, tiene la sonrisa más brillante y radiante que el sol veranero de este martes, esa actitud sabrosa de la costa, con su mirada pegajosa que te conecta y te transporta.
Así es Carmen, una mujer valiente que llegó a Bazurto hace unos 30 años, en búsqueda de un futuro mejor, no llegó sola, llegó acompañada de sus hijos y una maleta que más que ropa, venía cargada de esperanza y sueños, que hoy cuenta entre carcajadas que gracias a Dios han sido cumplidos y es aquí donde me detengo, pues es admirable como se ha desempeñado en diversos oficios, empezó vendiendo ñame, gracias a un conocido que vio en ella habilidades de ventas y sin mayor cosa le ofreció trabajar vendiendo bultos de este tubérculo apetecido en la costa.
Ganándose así el respeto de sus compañeros, pasó a tener la capacidad de poder ella misma comprar sus bultos, descargarlos y repartirlos en carretilla, me dice: “yo no me le niego al trabajo, he vendido ñame, plátano, hasta revistas, si de esas de Yanbal, etc, me venía a las 11 de la noche al mercado, empezaba a esa hora mi jornada hasta las 8 am, cobraba a los choferes, repartía, montaba mis bultos, ofrecía mis revistas, después me iba a mi casa, a empezar mi rol de madre y esposa, no ha sido fácil mi vida, me casé muy joven a los 19 años, desde los 9 años estoy acostumbrada a vender con una carreta en la calle, me gusta trabajar, por eso llegar a Bazurto para mí no fue algo fuera de lo normal, defiendo y defino este lugar desde mi experiencia como un lugar, donde las mujeres jugamos un rol fundamental, donde conté con el apoyo y respeto de compañeros, un trabajo que me permitió a los dos años de haber llegado, poder tener mi casa y mejor calidad de vida”.
Carmen reconoce que su trabajo es bastante duro por las condiciones de: infraestructura del mercado, los paradigmas de la sociedad, dice: “aquí se trabaja duro con buenos resultados, con mi trabajo logré tener hace tiempo hasta un bus, el cual me salió un poco malo y lo vendí como chatarra, hoy sueño con volver a tener mi carro, así que trabajo en un restaurante como cocinera después de terminar mi rutina mañanera en Bazurto, pues la meta es clara y debo ir por ella”.
Continuamos nuestra charla entre risas y el calor de esta hermosa mañana, entre chanzas me cuenta que: “hace más de 20 años fui víctima de un suceso negativo que marcó mi vida y me mostro que aquí a diferencia de lo que se pudiera creer, se trabaja con amigos, que la misma rutina te hace ser fuerte, valiente, pues me levanté de eso y me recuperé tan pronto que creo que quienes me visitaban en la clínica se sentían más graves que yo, pero le veo lo bueno a todo, esto por ejemplo me hizo valorar más mi vida, mi familia, a mi compañero, a mis nietos, hoy doy gracias a Dios, pues gracias a él puedo hoy decir me ha sido posible lograrlo”.
Mientras caminamos las calles coloridas de frutas y entre tantas personas, se detiene para responder a mi pregunta: ¿qué le aconsejas a las mujeres jóvenes que llegan a esta plaza buscando trabajo?, “Mi consejo para muchas mujeres es que la vida puede ser dura, pero mira a tú alrededor: hay frutas de diversos colores, sabores, hay cocos y frutas oscuras, hay gente contenta y así es la vida misma, no te rindas, somos seres capaces de dar vida, de transformar, de amar, de luchar y sobre todo, de aportar a esta sociedad, saca valentía y fuerzas”; me contaba Carmen con esa paz y esa energía que transmite, me quedé asombrada, pues me contaba entre risas que estando en embarazo de su última hija, sufrió una caída cargando bultos, pero eso no fue impedimento para seguir su trabajo, a diferencia de lo que muchos creen somos tan fuertes, que nada puede ser obstáculo para lograr lo que ya está guardado en tú corazón.
Y de verdad que si tiene razón esta mujer guerrera, pues de esta bonita experiencia que hoy la vida me permitió conocer y resaltar, puedo corroborar que sí somos capaces de transformar esta sociedad, amándonos primeramente en nuestra individualidad, trabajando en colectivo, por mejorar aspectos que nos permitan avanzar, pero sobre todo siendo guerreras, valientes, independientes, estrategas, núcleo familiar que edificia sociedad, incluyentes y sobre todo mujeres.
¡Feliz día para ti Cartagenera!