El confinamiento por la crisis global ha provocado una aparente disminución de la contaminación. Sin embargo los equipos de protección personal (EPP) se han convertido en una amenaza adicional.
Las principales causas de la disminución en la contaminación se deben a la poca circulación de vehículos particulares, reducción en las actividades industriales, y cierre de vuelos nacionales e internacionales. Aún así, la oleada de desechos plásticos producto de las EPP y cantidades de bolsas por un solo uso son una amenaza que se avecina.
Tapabocas, guantes, máscaras quirúrgicas y bolsas plásticas para cadáveres es lo que está provocando la gran expansión de plástico, pero son elementos que se necesitan desesperadamente. Con el tiempo, esos productos se descomponen y se suman a la extensa colección de microplásticos en nuestros mares, aire y alimentos. Lo irónico es que, mientras producimos y descartamos plástico para combatir una crisis de salud pública, podemos estar contribuyendo lentamente a otra.
“Sabemos que la contaminación plástica es un problema global: existía antes de la pandemia”, dijo Nick Mallos de la ONG estadounidense Ocean Conservancy en una entrevista a CNN. “(Pero) hemos visto muchos esfuerzos de la industria para revertir algunos de los grandes avances que se han logrado. Tenemos que ser muy cautelosos acerca de hacia dónde vamos, después de la pandemia”, agrega Mallos.
En medio de esta crisis sanitaria que es la prioridad, no se deben dejar de lado problemáticas de esta magnitud. Por tal motivo, hay que generar alternativas que no agraven esta situación, que afecta la salud humana, los océanos y el medio ambiente.
Actualmente las opciones son mínimas por la prolongación del virus. Aún así hay medidas que se están probando, como lo son el desarrollo de EPP reutilizables y desinfectables.