Por Moises David Anaya 

La pandemia del  Covid-19 ha traído nuevos retos para las personas, lo que muchos llaman “nueva normalidad” es la adaptación a otro estilo de vida, donde la higiene y la cultura ciudadana adquieren un alto valor en una ciudad como Cartagena donde lo uno y lo otro han escaseado por años, sin embargo, es preciso mencionar que no es menos cierto que existen comportamientos,  hábitos y conductas que no solo se solucionan con pedagogía, algunas requieren infraestructura y condiciones, tal es el caso del distanciamiento social en los traslados de un lugar a otro.

Todos los problemas que presentaba el transporte público, en especial transcaribe se intensificaron con la pandemia, garantizar el distanciamiento social resulta una tarea titánica para un sistema que cuenta con una insuficiente cantidad de articulados y una gran demanda de usuarios que obligatoriamente deben salir a  desempeñar trabajos esenciales y que no pueden hacer el teletrabajo. Además las estaciones no cuentan con infraestructura para realizar filas donde la distancia entre usuarios sea de 2 metros.

Ante esta nueva problemática, es necesario encontrar nuevas soluciones, por supuesto eliminar el pico y placa entre vehículos particulares puede ser una solución, pero de corto plazo y con amplias posibilidades de traer nuevos problemas o agudizar los que ya existen, por un lado liberar todo el parque automotor produciría una reducción de los espacios públicos en una ciudad que concentra la mayor parte de trabajadores en dos puntos específicos, como lo son el Centro y el Mercado de Bazurto, es más, se puede decir que en ambos lugares ya se está viendo una concentración masiva de personas. A la vez, la reducción de espacios de circulación, repercute en un segundo problema que son los trancones, que no solo genera un impacto ambiental por la emisión constante de residuos fósiles, sino que también trae consecuencias graves como el deterioro de la salud mental por estrés, lo que sería paradójico teniendo en cuenta que tratamos de combatir un virus que afecta el sistema respiratorio.

Sin duda alguna, Como he titulado esta columna, es hora de la bici, sin lugar a dudas existen pocos medios de transportes que garanticen la calidad del aire, la individualidad del usuario, y garanticen la economía de las personas en tiempos donde la pandemia ha afectado notablemente el bolsillo de todos y todas. Las condiciones están dadas, no solo por las situaciones anteriormente descritas, sino porque ante la escases de actividades que puedan garantizar o reducir las posibilidades de contagios, cientos y quizás miles de cartageneros han decidido montarse en la bici.

Por supuesto tal cosa requiere de infraestructura y pedagogía por parte del distrito de Cartagena, por ejemplo, es fundamental las ciclo rutas si no se quiere aumentar el índice de accidentalidad, además que sirven para garantizar que los ciclistas tengan un espacio considerable, ya que las avenidas y calles de la ciudad son estrechas, pero la implementación de las ciclo rutas también deben ir acompañadas de pedagogía antes de que terminen convertidas en “motocarriles”,  lugares de estacionamiento para carros o depósitos de basura, por esto es fundamental que en esta fase de “nueva realidad”, el distrito empiece a implementar los primeros pilotos de este medio de transporte.

Sin embargo, estos pilotos, o la implementación de esta política no debe solo hacerse “pa la foto”, es de suma importancia que se implementen ciclo rutas que representen verdadera conectividad entre los barrios donde habita la mano de obra que mueve la ciudad y sus puntos de trabajo, así como garantizar la conectividad entre puntos residenciales con colegios y universidades. De otro lado, no se puede desconocer un factor muy importante en nuestra ciudad como lo es el fenómeno climático; por eso es fundamental que tal implementación articule a diversos sectores como lo son empresarios, trabajadores, estudiantes y biciusuarios.

Lo anterior con el fin de lograr un consenso sobre alternancia entre teletrabajo y trabajo presencial, así como horarios diferenciales de acuerdo a las horas más críticas en cuanto a temperatura, harían que Cartagena no solo controle más los focos de contaminación propagación del virus, si no que permitirá a futuro acercarnos más a las ciudades modernas. Es importante que todos los sectores “se monten” en esta política. Por parte del sector público existe una herramienta muy interesante por estos tiempos como lo es la “ley pro bici” que concede beneficios e incentivos para que los trabajadores del gobierno se suban a la bici, sin duda podría ser un punto de partida para el sector privado.

Sin embargo, no he de esconder, que de lograr un éxito en esta nueva política, uno de los más afectados serían las finanzas de Transcaribe, ya de por si golpeadas por el saqueo, la rapiña y el pillaje de gobiernos anteriores, sin embargo, desde mi punto de vista, adaptarse a la nueva realidad es una tarea no solo de las personas, sino también de las empresas, en ese sentido, Transcaribe podría ser un poderoso proveedor de este medio de transporte a través del alquiler de bicicletas, así como un operador de servicios de estacionamiento para estos medios de transporte, servicios por los cuales podría cobrar un precio asequible que en ultimas le ayudaría a garantizar liquidez.

Todo lo anterior son solo ideas, no pretendo ser un experto en el tema, pero si comenzar a dar insumos a un debate que se hace necesario para nuestra ciudad, nada se pierde con intentar su implementación, en cambio si se pierde mucho no intentándolo, las condiciones están.

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