El más reciente Presupuesto General de la Nación está estipulado en $258,9 billones de pesos para el 2019. Dentro de esta cartera la mayor parte del dinero fue destinado -como siempre ocurre- al pago de la Deuda Externa con el 39% de los recursos, mientras que los sectores como la Inversión y Educación, se redujeron. El primero con un recorte aproximadamente del 10% y el segundo con un recorte del 39.8% en el presupuesto. Así como tampoco se quedan atrás la Ciencia y la Tecnología con un 34,8%.

Es normal entonces que en las últimas semanas se estén llevado a cabo en cada una de las 32 universidades públicas que tiene el país, asambleas permanentes efectuadas por asociaciones de profesores, estudiantes y administrativos que evidentemente tienen con estos recortes, más de una razón para hacer frente a un gobierno nacional que año tras año los somete a este panorama deplorable, desfinanciando en tanto sea posible, a las ya muy golpeadas universidades públicas de Colombia y en general a la educación. No es para menos, y es tan justa la causa que lo normal sería que todos la apoyásemos.

Las universidades públicas han dejado, desde 1992, de recibir en promedio $15 billones de pesos. Dinero con el cual, muchos de los problemas que se presentan a nivel de infraestructura, de equipos, de apoyo a la investigación y a la tecnología en la educación pública en Colombia, que hoy representan un desastre, serian intervenidos. Pero no sólo ayudaría el dinero, ayudaría también que el gobierno se pusiera los guayos y cambiara el chip evidente de desfinanciamiento, de abandono y de despreocupación que sostiene, para plantear programas encaminados a mejorar la educación superior, pero siendo equitativos y acorde a las realidades del contexto nacional, y lo que es mejor, si se dignara a intervenir las escuelas para la educación primaria y secundaria en el país.

Un ejemplo claro de lo que no se debe – ni se debió- hacer como política educativa es el programa Ser Pilo Paga. Su terminación no es un error falta, por el contrario, representa la posibilidad de repensarlo, de plantear otro programa que no represente el traslado del presupuesto público al sector privado de forma tan desmesurada como se venia haciendo. Elevando la cuestión educativa a intereses centralistas y no regionales. Dando la espalda a lo publico y permitiendo la trasferencia de la mitad del presupuesto al sector privado bajo sus condiciones.

Despilfarrando el dinero, pagando en una universidad privada $23 millones de pesos en un semestre de medicina – por colocar una carrera -, sin ningún tipo de descuento por parte de la universidad privada hacia el estudiante, cuando, con el mismo dinero, se podría pagar un semestre de la misma carrera, no solo a uno, sino para 16 jóvenes de estrato 1 y 2 en una universidad publica en Colombia.

No quiero decir, sin embargo, que estudiar en universidades privadas este mal. Lo que quiero precisar es que si se redistribuyera el presupuesto Nacional más regionalmente – encaminado al fortalecimiento de las universidades públicas – se mejoría la posibilidad de que más jóvenes ingresen a la educación superior. $800.000 millones costaba ser pilo paga, con ese dinero ¿en cuanto se hubiesen podido ampliar la capacidad de las universidades en todas las regiones? Pues seguramente en mucho.

Por ello es importante que no nos hagamos los de la vista gorda y apoyemos a todas las universidades que hoy colocan su voz de protesta ante esta realidad. Y lo podemos hacer estando al pendiente de cómo poder ayudar y sobre todo estando informados de lo que pasa. Ya es tiempo de que nos movamos, de que no sigamos permitiendo que programas como ICETEX y Ser Pilo Paga desvíen el 85% de los recursos a unos pocos y el 15% a lo público. Fortalecer la educación en Colombia depende de nuestra capacidad para hacer frente a los atropellos. Y de insistir a las instituciones del estado, que dejen de ver a Colombia desde la centralidad y se piense de manera general, en que las regiones del país y sus universidades no sean olvidadas y denigradas a menor calidad, porque de lo contrario continuaremos entonces en la misma peyéz.

 

*Así mismo tampoco hay que olvidar la lucha de cientos de profesores en todas partes del país, que buscan día a día mejorar sus condiciones de trabajo para ejercer la tan importante labor que ejercen. Al igual que sus condiciones salariales estipuladas en el Decreto 1279 del 2002.  

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